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miércoles, 26 de mayo de 2010

Literatura (de verdad)

Hoy una querida compa mando un mail con este cuento de Juan Manuel Ferrario (espero que al autor no le moleste que lo publique, mi intención es noble ((no herrera de...)) y que la mayor cantidad de gente pueda leerlo), que pondré a continuación.
Espero que lo disfruten., tanto como yo lo hice, o más.



“ANARQUISTAS UNIDOS”: UN CLUB DE ZURDOS.



Muchos saben ya que el proceso inmigratorio en la Argentina produjo fenómenos bastante cosmopolitas en éstas tierras, pero pocos recuerdan lo que sucedió en la zona oeste de Rosario, cuando el fútbol traído por los ingleses y las ideas de izquierda llegadas por medio de italianos, rusos y españoles, se mezclaron.

Fue de este modo que a principios del siglo XX se fundó en el oeste rosarino el club Anarquistas Unidos, que marcaría una revolución propiamente dicha en el fútbol local.

Nadie sabe a ciencia cierta cuándo se fundó o quienes lo crearon, es más, hoy en día hay quienes dicen que nunca existió. Pero llegaron a nuestros oídos, por medio de historias orales que contaban algunos abuelos de la zona, muchas anécdotas al respecto.

Las hazañas de éste club se recuerdan porque sus barbudos jugadores, de tan zurdos que eran ideológicamente hablando, jugaban literalmente por la izquierda. Cuesta mucho hoy, en tiempos de un fútbol frío, ventajero, casi matemático y científico, imaginarse a 10 hombres de un mismo equipo, jugando por todo el sector izquierdo de la cancha, dejando el lado derecho totalmente descubierto, otorgándole a los rivales diversos huecos por donde, inexorablemente, los llenaban de goles. Pero estos hombres eran por sobre todo unos idealistas, que dejaban de lado en sus vidas todo lo que significara ventajas en detrimento de los ideales.

Se dice además que el arquero dejaba la portería y subía con sus compañeros, “para estar con las masas”, lo que significaba mayores inconvenientes aún porque el arco quedaba vacío. Hay quienes señalan que no tenían técnico, porque no aceptaban que nadie los mande. Y no faltaban los incidentes con los árbitros, cuando algunos de estos futbolistas ácratas, reluciendo un ejemplar de “Dios y el Estado” de Bakunin, se ponía a discutirle al árbitro el Principio de Autoridad y a denunciar la (valga la redundancia) arbitrariedad de las leyes, o a improvisar todo un discurso sobre el origen del Estado Moderno, criticando la justicia burguesa, amenazante, llamando a la justicia popular e incitando a la hinchada a sumarse a la revuelta. Generalmente los jueces miraban estupefactos a estos subversivos de la pelota. Y los partidos se tornaban interminables

No tenían capitán en el equipo, solo habían nombrado a uno de ellos con el cargo de Secretario General, recordándole todo el tiempo, que su cargo era revocable, y previniendo al resto de la peligrosidad de la burocracia. Eran naturistas, porque no querían comer carne y asesinar animalitos. Antes y después de cada partido, se daban un festín de lechugas y porotos, coherentes con el mas estricto vegetarianismo. La única vez que ganaron un partido brindaron con una damajuana de leche.

Jugaban en una sola línea, para garantizar la mayor igualdad posible, y no reproducir en juego tan bello, las desigualdades del mundo capitalista, donde unos estan arriban y otros estan abajo, ante una indiferente clase media, entiéndase los medio campistas tradicionales.

Se podría acusar a estos futbolistas de utópicos idealistas, de soñadores irracionales o simple y llanamente de locos de remate, pero uno cosa es segura, entre ellos no se escuchaban gritos desesperados de algún defensor solitario que gritara “bajen manga de forros”, porque jugaban en equipo, y eso estaba bien claro. Eran tipos solidarios.

Si ya cuesta imaginarse la línea de 10, jugando todos por la izquierda, incluido el arquero, es más difícil aún poner en mente los problemas que representó la cuestión de género para éste equipo, cuando las mujeres acusaban al plantel de defender al patriarcado fascista, si no las incluían en el mismo. Y Así sucedió.

Sabida es la anécdota que cuenta del día que hubo un tiro libre para los contrarios, se armó la barrera, y en ella estaba una compañera, cuando se acercó el anarquista con la camiseta número nueve para “colaborar” en ésta “barricada”, a hablarle sobre las ventajas del amor libre, sacando a luz un libro de Emile Armand. La compañera advirtió la viveza de éste compañero de equipo, le dio una bofetada, el libro cayó al pasto ante la estupefacta mirada del resto, mientras el jugador contrario aprovechó el desconcierto general, para patear el tiro libre y marcar el décimo gol del primer tiempo.

Conocido fue el caso de un jugador nuevo que llegó un día, y se puso a dar órdenes y pretendía jugar por la derecha. Lo acusaron rápidamente de stalinista, mientras otro le acertaba un botinazo en la nariz, al grito de “¡Viva la anarquía!”. Este novato duró muy poco.

También algunos ancianos del barrio cuentan de un día que jugaron contra Universidad Católica de Chile, de más está decir que la polémica no se hizo esperar, cuando estos futbolistas ateos le enrostraron a los contrarios, la inexistencia de Dios, denunciando el asesinato de Giordano Bruno por parte de la iglesia, mas una lista interminable de “herejes” exterminados por la misma. Puede que a los puristas del fútbol esto ya no les gustara o lo consideraran ajeno al juego. Pero es innegable que los partidos se tornaban apasionados, y terminaban siempre con la policía reprimiendo a la exaltada hinchada.

Los años pasaron, perdieron muchos partidos y les hicieron innumerables goles. Pero antes de corromperse y venderse al sistema, los jugadores de Anarquistas Unidos decidieron disolver el club, diciendo que algún día iban a volver. Años después de la desaparición de la institución, llegó al barrio un director técnico japonés, queriendo fundar otro club y proponiendo un sistema de juego novedoso, hablando del fin de las utopías en el fútbol. Pero por suerte no tuvo éxito.

Hace poco me fui a leer a la plaza del barrio, donde voy siempre. Estaba concentrado en la lectura, hacía frío y la plaza estaba vacía. De pronto, se empezaron a oír cánticos de otros tiempos, mezclados con “oles” y ruidos de bombos futboleros. Las voces venían del otro lado de la estación de trenes. Dejé el libro sobre el banco de la plaza y preste atención a lo que decían las voces, fue así que escuché lo siguiente:



Hijo del pueblo, te oprimen cadenas
y esa injusticia no puede seguir,
si tu existencia es un mundo de penas
antes que esclavo prefiero morir.
Esos burgueses, asaz egoístas,
que así desprecian la Humanidad,
serán barridos por los anarquistas
al fuerte grito de libertad.
Rojo pendón, no más sufrir,
la explotación ha de sucumbir.
Levántate, pueblo leal,
al grito de revolución social.
Vindicación no hay que pedir;
sólo la unión la podrá exigir.
Nuestro pavés no romperás.
Torpe burgués.
¡Atrás! ¡Atrás!


Era la hinchada de Anarquistas Unidos cantando su canción más conocida, Hijos del Pueblo. Cuando me di cuenta se me puso la piel de gallina, me levanté y fui hacia la vieja estación de trenes. Poco antes de llegar al andén, sentí algo que picaba contra el piso, y al llegar al andén una pelota de fútbol vino en dirección a mí, pensé que habría algún niño jugando, pero la estación estaba vacía y una ráfaga de viento me chocó en la cara. Nunca supe de dónde venía la pelota o quién jugaba con ella.

Hoy los futbolistas son unos mercaderes, salen con modelos huecas y se codean con los poderosos. Su amor por la camiseta varía de acuerdo al precio que les paguen a ellos, y todos los ideales se han perdido.

Por eso, si alguien sabe que Anarquistas Unidos volvió a fundarse, si está en algún lado y yo no lo sé, que me avise pronto así me sumo a ellos para jugar por la izquierda, a desangrarme en el primer pique que surja, a poner mi cuerpo en la primera barricada, o sacar la pelota de la línea del arco nuestro con la cara, a riesgo de que algún contrario me la saque de una patada. Que me avisen rápido, ya estoy ansioso precalentando, atándome los botines, con muchas ganas de transpirar la camiseta.



Juan Manuel Ferrario (24 de mayo 2010)

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